Frank Kafka y yo.




Nadie me observaba, no era necesario para desplegar mi propia esencia. Ahí estaba yo, con un café en la mano izquierda y un puñado de movimientos estudiados, al amparo de la artificialidad y alejado de toda naturalidad, configurando mi espacio, confirmado por mi propia presencia.

Cada uno de mis movimientos, milimétricamente medidos, premeditadamente seleccionados, se desenvolvían en el entorno, y configuraban una escena de represión interna. De este modo, todo lo aparentemente próximo, se me antojaba como en otra dimensión, infinitamente alejado de mi mismo.

Era muy fácil determinar mi propia individualidad, reflejada a veces, en la faz líquida que sobre la taza de café del primer párrafo, bailaba. Sin embargo, lo realmente difícil era aceptar la connivencia. Todo convivía a mi alrededor, salvo yo.

Gracias a la indulgencia de mi conciencia, profundamente dormidiza, fui sobrellevando aquella circunstancia. Mi afán por la consecución de una individualidad indiscutible, había mermado mis posibilidades en el ecosistema social que me contenía, sentenciándome, con sus ojos de tristeza.

~Juan Francisco Vázquez Fontalva~

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Kafka, qué gran escritor. Un modelo para mí, sin duda.
¿Para qué necesitamos a una sociedad, si se supone que la sociedad somos nosotros? ¿No es más fácil construir tu propio mundo? Quizás nos convirtiéramos en la generación de la locura, pero al menos pasaríamos a la historia por algo.
1beso!

JuanfryBogart. dijo...

Saludos Alejandra.

Tendemos a construir nuestro propio mundo. De hecho, la ilusión muchas veces es la patria de nuestros ojos, lugar en el que se configura la primera fase de una cadena que acabará concibiendo, una realidad alternativa. Y me pregunto, hasta qué punto esa virtud, supone una victoria.

Por suerte para Warhol, el arte está bien visto.

- JF. Vázquez Fontalva-

Lucía dijo...

Encontrarte de nuevo, ha sido un verdadero placer. Es difícil darse cuenta que necesitas de una píldora para poder descansar, para poder dormir. Y esta noche no lo he conseguido. Es por eso que Internet, con la poca magia que pueda contener, me ha llevado a este blog. Un blog que como bien sabes, leí hará cosa de año y medio. Siempre me pareciste sensacional, y sabes que así te lo hice saber en un par de mails intercambiados con aprecio.

En esta noche oscura, cuando en esta sala tan solo me acompañan los fantasmas que me atormentan, te doy las gracias por haberme aportado de nuevo, ganas por seguir sonriendo. Gracias. Eres increíble.

Un suspiro,

L. Bryce.

JuanfryBogart. dijo...

Miss Bryce,

No puedo mas que agradecerte las palabras.

Pienso que todos necesitamos de algo para legitimar nuestra existencia. La cuestión está en encontrar “aquello” que es capaz de otorgar respuesta a nuestros deseos, y en definitiva, a todas las voces que resuenan en nuestro fuero interno. Si lo conseguimos, se suele establecer un régimen de normalidad emotiva.

Aunque la verdad, me parece más emocionante la ocasión de perseguir aquello que deseamos a sabiendas de que jamás podremos alcanzarlo.

Hoy, todo ser humano que merodee con más o menos frecuencia, sobre su presente, debería saber a ciencia cierta, que determinados sucesos acontecerán o no, en su futuro más próximo. Y aún siendo titular de tal fuente de conocimiento, no debería ser obstáculo, para seguir alimentando el deseo y con ello, seguir persiguiendo el horizonte soñado. (Aquel que jamás alcanzaremos).

La vida, en su expresión más dinámica, -vivir- consiste precisamente en eso.

Gracias a Dios y al tiempo, se van renovando nuestros deseos, y al cabo, ya no recordamos aquello que amábamos o perseguíamos con indisimulado ahínco.

Un suspiro.

- JF. Vázquez Fontalva-